Iogrea

De vez en cuando también hay que descansar y aprovechando que habíamoss gastado pocos días nos damos una escapadita a una de las Islas, que Silvia no las conoce.
La elegida es ibiza... y no defrauda.
Pero claro... no íbamos a estar vuelta y vuelta en la playa y luego al chiringuito... eso no va con nosotros así que escogimos un sitio tranquilo como campamento base pero con la idea de parar poco. El elegido fue la cala de Portinax y con un coche nos dedicamos a recorrer toda la isla.


Encontramos calas desiertas como la de Portitxol a la que se llega por un agradable camino que en bici....







Carreteras de montaña llenas de curvitas con el mar de fondo que te llevan a cuevas como la de Can Marza al lado del puerto de San Miguel.





Cuando nos levantábamos perezosos aprovechábamos las bonitas aguas de nuestra cala para recorrer el área de Portniox en kayak y bucear un rato...








Disfrutar de tranquilas puestas de Sol en la zona de cala Salada y sus alrededores



O bulliciosas como la tamborilada de Benirrax






De calas con vistas que parecen el caribe como la cala d´Hort



O que no le tienen que envidiar como las de Fuerteventura


donde además aprovechamos para recorrer la isla en bicicleta.



y nos libramos de un tormentón por los pelos...



No podía faltar una visita a Eivissa con sus calles llenas de puestecitos así como el paseo por el hippy market



Ni por supuesto una degustación exhaustiva de los platos típicos. Nos encantó un restaurante que había antes de comenzar a subir el puerto de Portinax donde nos pusieron un arroz de matanza.... uummmm qué rico!


El tiempo no es que fuera de solazo todos los días, en las fotos se puede ver que nos rodeaban las nubes negras, pero fuimos manejando bien los tiempos y conseguimos elegir la zona en la que no llovía todos los días de manera que disfrutamos de playa y baño en muuuchas calas todos los días jeje.

El último día, en plena ecatombe meteorológica con alertas nivel rojo según aemet, estuvimos en la playa hasta 1h antes de que saliera el avión jeje. Si es que estos del tiempo son poco de fiar...



Fuera de las aglomeraciones de discotecas y despojos alcohólicos Ibiza tiene todo un mundo de posibilidades y brinda una gran cantidad de sitios donde perderse y disfrutar. Fuimos dos y volvimos tres pero... eso será otra historia.

01-08-2015
Volvemos a disfrutar de un día soleado, ideal para recorrer lo que podamos de Oslo así que desayunamos y nos lanzamos a la calle.
Cogemos la tarjeta de descuentos para 1 día que nos da para viajar en todos los medios de transporte y entrada a varios museos y la estrenamos cogiendo el metro hasta Munch-Museet donde vemos una exposición entre Van Gogh y Munch muy curiosa.


Vuelta al metro y salimos cerca de los muelles para coger un ferry a la isla de los museos.
Hay ferry turístico más caro pero como suele pasar no aporta nada y este entra en el bono de tranpsorte.


Tiene 2 paradas y nos bajamos en Dronningen. Desde aquí hay que andar unos 10 minutos hasta Norsk Folkemuseum, es un museo al aire libre que ocupa una buena extensión de terreno donde están recreadas las diferentes granjas y tipos de edificiación típicas de las diferentes regiones de Noruega.



La verdad que la mayoría lo hemos ido viendo en directo en la parte que hemos recorrido en este viaje pero es una forma agradable de pasar un rato dando un paseo entretenido.


Al lado está el Vikingskipshuet, el museo vikingo donde se encuentran varios cascos originales de barcos vikingos. Es impresionante ver en directo cómo pudieron llegar tan lejos navegando con unas embarcaciones de apariencia tan enclenque.



Esta zona no es que esté muy pensada para ir andando de un lado a otro, falta señalización, debe ser que están más acostumbrados a autobuses turísticos pero nos orientamos bien y terminamos el recorrido por la isla llegando al otro embarcadero donde está el Frammuseet y el museo marítimo Noruego.


Como estupendos navegantes y pioneros en recorrer los mares estos museos están dedicados a la navegación y a los viajes por la tierras polares.


En el interior albergan el barco que realizó una de estas expediciones y se puede recorrer entero y cotillear todos sus entresijos.


Con la tontería nos hemos metido una buena caminata y nos rujen las tripas así que cogemos de nuevo el ferry pero la luz está muy chula para ver Tjuvholmen, un barrio de nueva creación de bloques de viviendas de alto nivel adquisitivo diseñadas por arquitectos punteros.


La verdad que merece la pena darse un paseo y contemplar esta arquitectura moderna y no podemos resistirnos a pasar por el Astrup Farnley Museet, cuyo edificio no pasa indiferente a los ojos iniciados. El edificio es de Renzo Piano y la verdad que las obras que alberga no nos llaman la atención pero el edificio sí que merece la pena.



Vamos atravesando andando todo el barrio hasta llegar a la zona de los muelles de nuevo.




Comemos en el bulevar cerca del palacio y descansamos un rato mientras que buscamos el siguiente destino, Vigelandsparken.


Tenemos que coger un autobus ya que está un poco alejado pero es agradable dar un tranquilo y relajante paseo por el parque Vigeland. Conocido como el parque de las esculturas ya que es el que más esculturas alberga del mundo de un mismo artista.




Mientras recorremos el parque va cayendo la luz lo que tiñe a las esculturas de naranja y despierta mi vena fotógrafa ;)

Unos rosales espectaculares llaman mi atención y termino tirado por el suelo buscando el enfoque jeje.



Ya poco más nos queda por hacer de lo que teníamos programado pero como en todo buen viaje que se precie hay algún lugar que tenemos fichado y no conseguimos encontrar que hace que se corra una pequeá aventura. Hoy es el caso de una foto de un puente peatonal que lleva al código de barras y que es una extructura digna de ver ya que salva todas las vías del tren de la estación con 2 puntos de apoyo.
Básicamente es una enorme viga triangulada biapollada de la que cuelga la pasarela peatonal pero no conseguimos dar con la forma de llegar.


Creíamos que es desde la estación de autobuses así que aprovechamos para ver el camino que tenemos que recorrer mañana con las maletas y vamos de la estación de trenes a la de autobuses por una pasarela que las comunica. Nos cruzamos la interminable y larga estación de autobuses dejando atrás las dársenas. Cada vez está más vacío, puertas de oficinas... joer, dónde estará el paso... Y se acaba la terminal, nos saca a la calle y no encontramos la pasarela. El sitio es aislado y parece que está en obras pero al otro lado de la calle la vemos.
Lo que pasa es que desde este lado el acceso principal aún está en obras y por eso no lo veíamos claro pero a través de un edificio se puede acceder y por fin llegamos. Coincide con el atardecer así que disfrutamos de una bonita puesta de sol que refleja sobre los modernos edificios que conforman el código de barras.


Una vez cruzadas las vías por la pasarela comprobamos que desde el otro lado es mucho más sencillo aunque hay un paseo a la entrada de la estación.
Lo bueno es que estamos al lado del hotel así que aprovechamos para cenar y recogemos las maletas que mañana esto se acaba.


02-08-2015

Sólo nos resta recorrer con las maletas el tramo a la estación, un buen rato en autobús hasta el aeropuerto y vuelta a casita y al calor de Agosto en Madrid grr. Menudo impacto pasar de 10 de máxima a 38!!!
Hemos tenido mucha suerte con el tiempo porque, aunque hemos tenido un poco de todo hemos disfrutado bastante.

Despedida y cierre de este maravilloso e impactante país en el que hemos difrutado un montón. Altamente recomendable huir de los recorridos puramente comerciales de los cruceros y los autobuses ya que lo que triunfa de Noruega es la naturaleza y sus paisajes y, aunque bonitos, hemos comprobado que, como suele ser normal, los sitios más espectaculares no suelen coincidir con las masificaciones.
No sé cuándo volveré pero lo que si tengo claro es que al menos una vez en invierno tengo que venir porque debe ser espectacular.

31-01-2015

Nada, el tiempo no ha mejorado ni tiene pinta de hacerlo por estos lares y por lo que hemos cotilleado por internet la vuelta no tiene nada reseñable digno de pasar un día completo así que optamos por plantearnos la vuelta directa a Oslo y estar allí más tiempo ya que al llegar con lo que llovía no vimos nada.
Miramos el tiempo y dan bueno en Oslo así que intento ampliar la reserva en el hotel que teníamos para el último día y... bingo! Todo cuadrado.
En Oslo aparcar es casi todo zona de pago así que, aunque perdemos un día de alquiler lo vamos a ganar en tranquilidad y parking con lo cual pensamos dejar el coche al llegar y movernos por allí en transporte público.

Tomada la decisión todo es más sencillo, recogemos los bártulos y emprendemos un pesado viaje de vuelta.
Los primeros km son agradables entre montañas y pasamos por alguna estación de esquí pero al acercarnos a Dombás la carretera se va llenando, el tráfico es pesado y pierde el encanto que hemos tenido los días anteriores perdidos por el monte con poco coche.
Además hay obras y los km se van haciendo eternos.
Es la carretera que une de norte a sur y se nota la intensidad.
Antes de Lilehammer se convierte en autovía de 2 carriles pero sigue teniendo la velocidad muy reducida.
Estamos cansados y aprovechamos para ver el salto de trampolín y prepararnos unos ricos macarrones con tomate calentitos en el hornillo en un parking antes de proseguir viaje.
Atrás hemos ido dejando las nubes y la lluvia que nos han acompañado y según nos acercamos a Oslo un cielo azul nos recibe.
Es increible la cantidad de peajes que hay en el tramo de autopista. Todos los que no hemos visto por las carreteritas en las que hemos pasado los últimos días están agrupados en pocos km a partir de Hamar, son de poco dinero pero cada pocos km. Bien que vamos a aprovechar el pase de autopistas en este tramo jeje.

Antes de llegar a Oslo aprovecho para llenar el depósito ya que hay que entregar el coche con el depósito lleno y entre pitos y flautas aparcamos en la estación de tren central tras algo más de 6h de viaje.
Como somos muy previsores hemos pillado el hotel en la misma plaza de la estación, lo que nos permite ir con las maletas sin problema del coche al hotel.
La devolución del coche eficaz y sin incidentes. Preguntamos por la devolución de la fianza de la tarjeta y nos dicen que en 24-48h cuando comprueben el gasto de los peajes nos devuelven lo que haya sobrado de lo retenido.


El hotel es el comfort express hotel central station. Nos liamos un poco porque justo en la primera planta de la estación hay uno con el nombre casi igual pero sin "express" el nuestro está justo cruzando la plaza.
No tiene restaurante ni desayuno pero tiene una habitación moderna y cómoda con una pantalla enorme y auto chekin. Como mi apellido tiene ñ no conseguimos hacer el chekin (a saber porqué letra lo habrá convertido el ordenador al registarme...) y nos lo tiene que hacer el recepcionista.
Liberados de las maletas y sorprendidos por el buen tiempo del que gozamos salimos a la calle a disfrutar un poco de la ciudad.


Hace tan bueno que con una sudadera se va tan agusto.


Encaminamos nuestros pasos hacia la ópera (operahauset Oslo), que nos pilla al ladito del hotel y pasamos un agradable rato recorriendo el edificio por fuera. Líneas puras y planos que conforman una cubierta transitable altamente fotografiada.




Desde la parte superior se tienen buenas vistas de la ciudad y nos llama la atención una serie de edificios a los que llaman el "código de barras" ;)


El interior que te dejan ver sin entrar a la sala se merece también unas cuantas fotos y más con el solazo que estamos teniendo.


Volvemos a la plaza de la estación y nos informamos en la oficina de turismo. Hoy haremos un recorrido a pie y mañana sacaremos el bono de transporte turístico para ir a los sitios que nos pillan más alejados.


Desde la plaza, subiendo por Kirkerstein llegamos a la catedral (domkirke). Cuanto menos curiosa ya que la fachada que da a la estación tiene unos soportales con comercios poco habituales de ver adosados en una catedral.


Vamos enlazando calles al tiempo que buscamos un supermercado para comprar el desayuno y acabamos en Karl Johan gate. Bonito bulevar donde se encuentran los restaurantes de las marcas conocidas a los pies del palacio y del teatro nacional.


Girando hacia los muelles nos topamos con el ayuntamiento, feo donde los haya, sobrio, de ladrillos rojos alto y con ventanales estrechos y altos. La verdad que no pega mucho con el resto de estilo de la ciudad. Parece sacado de una zona soviética e insertado a la fuerza en una trama urbana que no se lo merece.



El paseo por los muelles con la luz del atardecer crea una atmósfera muy agradable que invita a contemplar el horizonte desde la muralla así que eso hacemos hasta que al caer el sol comienza a sentirse el fresquete y continuamos el pirulo hacia la bahía de la ópera. Aprovechamos para las últimas fotillos y buscamos sitio para cenar y descansar que mañana nos toca recorrer el resto.


Por si a alguien la interesa la ruta de vuelta a Oslo la hicimos así: