Iogrea

Hoy madrugamos menos y nos ponemos a tono en el starbucks coffee y pillamos el tren algo más tarde hacia Estrasburgo.
Para contraste con los días anteriores no lluve ni tiene pinta de llover y tras más tiempo de la cuenta ya que el tren se estropea y nos tienen casi 30min perdidos aparecemos en la estación. Una curiosa mezcla de doble piel entre clásico y recubrimiento moderno de cristal ameba.



Es la ciudad más grande de las que estamos visitando y comenzamos orientándonos hacia el centro, aprovechando para pasar por un mercado de carne no navideño.





Al pasar por el primer mercadillo navideño el olor del queso fundido se nos mete en la nariz y nos zampamos una buche creo que se llamaba rica rica.



La plaza de la catedral es impresionante por la espectacularidad de su torre y terminamos llegando al rio.



Aún queda día por delante y se me emperejila llegar a la zona de las naciones unidas, que se encuentra en las afueras pero que promete un agradable paseo por el rhin.







Termina siendo un largo paseo pero muy bonito por lo agradable del carril bici que lo bordea y la tranquilidad que se respira.



Tenemos recompensa al llegar con una luz espectacular del atardecer.







La vuelta la hacemos en tranvía, que para eso tiene una estupenda red y aprovechamos para llegar hasta el museo de ciencias con la desaparición de la luz, lo que propicia mi vicio por las fotos nocturnas ;) previa parada en la plaza de la república.





Tras unas cuantas paradas de fotos largas recorremos de nuevo los mercadillos iluminados, menudo cambio del día a la noche.





Visitamos la catedral, que en las primeras pasadas estaba cerrada al público y nos perdemos un rato deambulando por la ciudad.





El hambre hace su aparición y con el paseo nos lo hemos ganado así que nos zampamos otra buche y como golosos que somos nos pillamos unos donuts rellenos recién hechos que nos sientan de maravilla. ;)






Aún nos entra un poquito más y lo llenamos con una brocheta de frutas rellenas de chocolate fundido que hace las delicias de nuestros paladares.





No nos entra ya más pero se nos antoja una especie de muffins gigante que nos pillamos para desayunar los próximos días.

Cansados pero con la tripa llena y muy contentos con la visita regresamos a Basilea, mañana será otro día.