Iogrea

Estamos a viernes y el fin de semana aún se presenta confuso. Varios planes pero nada definitivo y de pronto Manolo dice que tiene que ir a Cuenca a revisar una cosa de su casa y que si nos apuntamos a hacer un rutón...
Son casi 2h de coche pero conocemos la ruta y es una gozada así que nos lo ponen en bandeja al prestarse a llevarnos en su furgo y para allá que vamos Luis, Ricardo, Manolo y yo.

Toca madrugar... puf que pereza! si me acabo de acostar y a las 6 toca el despertador!!
A las 9 estamos todos casi dispuestos y tras algún ajuste de última hora salimos con unos nada despreciables -4ºC... y yo con pantalones cortos porque accuweather pronostica 20º y sol...

Soy hombre de fe así que mantengo los cortos ya que fijo que en la primera subida caliento y es que Manolo no se anda con chiquitas y la ruta comienza con una buena rampa que nos deja al principio del primer trialerón y el sol comienza a calentar.
La trialera a la ermita está un poco conjelada pero muchisimo mejor el terreno que cuando vamos cerca del verano y la disfrutamos a tope.





En la ermita enfilamos el sendero del viacrucis hasta cuenca disfrutando de las vistas de la Hoz y las casas colgantes al fondo y es que esta ruta además de enduro es un deleite para la vista.



Rodamos por la ribera del río hasta pillar la pista que nos remontará a las antenas. El grupo vamos compactos con un ritmo constante muy agradable y aprovechamos la subida para una clase estupenda de risoterapia sexual.



Fotitos de rigor en el tanque y comienza la bajada de las antenas hasta los miradores... y qué mirador que hay mientras que se baja...!! si te da tiempo a mirar con tanta piedra suelta jeje.









Reagrupamos y toca la bajada por las zetas de la escalera hasta la senda del río. Ricardo ataca las zetas con decisión pero en la contrazeta chunga hace un chus norris muy elegante mientras que Manolo y Luis prefieren no arriesgar.
Yo tenía un empate técnico de las 2 últimas veces así que me lanzo seguro gracias a mis clases en Ainsa y no se me resisten las zetas disfrutando como un enano.





El sendero lo hacemos rapidillo disfrutando de la sensación de rodar por ese entorno solitos y tras repostar a comer un bocatita enfilamos la subida de los calambres.
Se trata de una pista pestosa que nos dejará en la entrada de la trialera del barranco de la rambla y tras hacer un descanso para arreglar un pinchazo que tuve y que Luis estirara nos lanzamos a saco por el barranco.



La trialera está espectacular toda mojada y con la tierra húmeda con un tramo totalmente lleno de agua donde yo me lo paso pipa y el resto... tienen sus más y sus menos.
Luis no va seguro y en un charco con demasiado fondo inca y tiene una dolorosa caída sobre piedra directamente con las articulaciones que le aplica un buen calmante. Pero es miembro del último bastión y esas cosas no impiden nada.



Tras pasar por las pozas y disfrutar su senderito repostamos agua en Palomeras y disfrutamos la senda del botánico, que tiene algo de barrillo.



Manolo enfila por carretera porque quiere mirar una cosa en su casa antes de comer y Ricardo le acompaña para poder cambiarse mientras Luis y yo remontamos el trozo de carretera para pillar la última senda que nos deja en el puente colgante tras una divertida bajada.
Ya cansados pero revitalizados por el olor de la comida remontamos por las callejuelas en pleno casco monumental hastas coronar en los miradores donde pillamos mesa para la opcional.







Manolo ejerece un poco de saneador de frigoríficos podridos mientras Luis y yo nos tomamos la primera a su salud y cuando llegan nos metemos una estupenda opcional a base de morteruelo, zarajos (demasiados debido a un error técnico mio...) y lomo de orza.

Saciados por una estupenda ruta (gracias Manolo), destrozados a reir y encantados como siempre con el entorno y belleza de las Hoces y la propia ciudad volvemos a Madrid cansados pero contentos con un día muuuy completito.